jueves, 31 de enero de 2008

Ay-ay-ay

Me marcho de mi penúltima tentativa laboral al día siguiente de que se conociera la noticia. La exclusiva, una sorpresa televisiva que terminará de enturbiar el ambiente enrarecido de la sobremesa nacional. Este hecho, detallito insólito, que tenían preparado unos señores programadores muy animados. Un final de la historia que ahora dará dinerito/de comer a algunos cuentistas y que dio hasta hartarse a otros tantos murmuradores y figuras inexplicables. Se nos acabó El Tomate, chicos. Sólo me queda decir: ay-ay-ay-ay

Una quiere hacerse la intelectual, pero es que hay cosas que nos superan, a nosotros y a nuestras circunstancias. Hechos como éste deberían hacernos sacar conclusiones. Tomateros, el programa que llegó a ser una parodia de sí mismo, ha pasado a tocar fondo, a ser ceniza, en el argot del propio subsuelo televisivo. A partir de ahora será fagocitado por el resto de ¡¿programas?! por los que luchó en igualdad de condiciones en la misma franja horaria. Sólo me sale añadir: ay!

La cadena ha decidido retirar su buque insignia justo en el momento ‘de la cima’. Menos mal que lo han dejado para ese justo momento, menos mal, llegan a esperar una poquita y lo tienen que rescatar del vertedero. Cuentan también que ya los presentadores hacían el espacio así en versión mayores de 18 para que los sacaran en los zapping y retroalimentarse un poco todos para que no trabajara nadie, pero claro se dieron cuenta de que no era plan.

Bueno, T5 dice que “ha llegado el momento de poner nuevos retos al talento” de los presentadores, a pesar de situarse en una posición “líder de su franja”, que como explicación de cara a la galería no puede negarse que es mucho más diplomática. Sobre todo para Carmen A. y J. J. V , que tampoco creo que se queden en el INEM ellos y sus talentos a prueba de retos. Ya se verá, o con un poco de suerte no.
Hoy también ha sido mi último día de trabajo.

martes, 29 de enero de 2008

Regreso

Me encantaría ser constante en algo. Hacerme el firme e intransferible propósito de escribir cualquier cosa a diario (esta terapia sin casos prácticos no tiene mucho sentido)

Me preguntaría la razón del interés que pudiera surgir (tanto el esgrimido por la narradora, como por los incautos que cayeran en las garras de este espacio) en que comente ésta y no otra idiotez. El criterio es como el cepillo de dientes, todos deberíamos tener al menos uno.

Me inquieta qué pasaría si diera rienda suelta a mis elucubraciones más increíbles o inaceptables, si con algo de esfuerzo pusiera la imaginación al servicio del deleite común. Y sólo con pensarlo me entra una pereza inaudita.

Me respondo que también me encantaría ser menos vaga y que la constancia es la madre de la prestancia, pero no me consuela. Diría que estoy volviendo al redil y que me gustaría no haberme ido por tanto tiempo.

Mentiría si dijera que no he echado de menos los resoplos y las risas. Nunca es tarde si el propósito es bueno, y nada de malo hay en los segundos intentos, o en las terceras oportunidades.

En próximos episodios:

-Descripción de los síntomas de la inactividad neuronal provocada por una jornada completa.
-Cómo dejar un trabajo en lecciones fáciles para gente ocupada.
-Consecuencias de las anteriores.