miércoles, 25 de febrero de 2009

No te rindas

Queridos y adorados todos: Les informo, les digo. Ya, intentaré explicarme y explicarles… 'sisisisisi que ya va siendo hora, híjole'. Les percibo impacientes, y añadiría que mejicanizados diablillos. Pues órale…

Esta entrada terapéutica podría tener un destinatario o quizás mejor una destinataria, aquí manda la que escribe y suele escribir lo que quiere. Bueno, poniéndonos en el peor de los casos estas palabras que leerán a continuación podrían pertenecerles a casi 4 millones de personas. Familias enteras ‘enteramente expertas en el noble arte de vivir del aire’.

Va por ustedes, va por ti…
Decíamos en episodios anteriores que ‘por todos mis compañeros’, pues ahora también para aquellos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida; que le estarán viendo - por un agujerito, o un ventanal, los cuernos al torito bravo de la crisis. Ese torito tan feo, ay, con los huevos tan negros como un grillo. Negro negro al igual que nos pronostican este futuro incierto los agoreros más agoreros. Maldita crisis, lo sé. Por no utilizar, disculpen, otro adjetivo que se ajusta mejor a esta etapa: 'bien jodida', nos consolaremos, así estaba también la Bien Pagá…

A vosotros, a ti.
Los potenciales destinatarios de este post, quizás sólo una niña guapa con los ojos cansados de llorar (o puede que todos los que lo estáis muy malamente pasando).
Os servirá este mensaje tántrico - tan claro y útil para interiorizarlo y repetirlo siempre, a diario, por las mañanas y por las tardes y por las noches. Este será el recado, la receta mágica que les susurro, ya sin más milongas del marinero: no desfallezcas, no te rindas, levántate y lucha. Me está sonando esto a 'Levántate y anda...' Pues de eso se trata, esa es la actitud. Anden queridos, anden. No se me queden ustedes parados... (quiédicí, más parados de lo que puedan encontrarse en estas circunstancias adversas de la vida)

Ya saben que no está en nuestro ánimo -no por ahora- remover demasiado las conciencias, ni mucho menos sulfurar ánimos; porque las unas y los otros andan revueltos en este periodo para pocos trotes. Y al trote al trote, al galope al galope: 'cochinero siempre' no olviden este nuestro sabor a dehesa extremeña… A ver si puedo continuar, que me pierdo como siempre…

Voy a contarles una historia basada en hechos reales y modificada a placer; de las que les gustan a ustedes -por aquello del morbo fácil, la identificación con los protagonistas; esa motivación que nos lleva a ver truños de peli de sobremesa los fines de semana siempre que no tenemos un buen dvd a mano. Ahí va la historia, marchando una de drama:

Marta se ha cansado de llorar. Con la última lágrima que han derramado sus ojos inquietos se le escapa un suspiro contaminado con rabia. Es angustia, es miedo, es incertidumbre. Es dolor. Le supera y le hace más pequeña; porque todo ahora le supera y empequeñece. Mientras sus ojos se empañan, recoge las últimas cajas que han decorado su vida y su alma durante cinco años de convivencia con extraños a los que ella ha sentido como una familia; rescatándolos a veces de mundos totalmente ajenos.

Ahora es ella la extranjera. Ella la que tiene que regresar al Hogar.

No es un regreso feliz, no tiene nada que ver con el que nos venden por la tele cuando el soldadito valiente llega a casa por Navidad; porque ahora no es navidad y sin darnos cuenta se ha terminado febrero y hemos llegado a marzo. El mes de las flores, el de la primavera en el Corte Inglés, el mes de la reinserción familiar. Marta no quiere volver a casa de sus padres, aunque sabe de antemano que no le queda más remedio que aceptar la situación. Una nueva partida que para ella ha empezado con una derrota.

Al tiempo que se sumerge en su pena, recuerda y se maldice, ‘por qué no me dirían más veces de niña aquello de no te rindas…’

Seguro que se lo dijeron mil veces. Pero, ella era tan pequeña y tan frágil: dichosa y sincera en el desconocimiento que regala la inocencia. Justo por eso probablemente no lo recuerde. Pero se lo dijeron, se lo siguen diciendo ahora. Ahora también se lo digo yo; igual le han dicho los suyos que vuelva con ellos hasta que pase el temporal. Porque eso es lo único cierto: el temporal va a pasar.

Regresará a la casa donde tuvo una habitación propia con vistas al cielo. El cuarto de un hogar en el que se hizo mayor; donde conoció personajes que salían impertinentes de sus libros de cuentos; con los que aquella niña mágica mantenía conversaciones surrealistas y hablaban acerca de la vida, de sus grandes misterios; protagonistas de cuentos que huían porque Marta nunca se cansaba de preguntar.

Marta, no estás sola.
Yo estoy contigo, y mis manos para agarrarte, mis oídos para escucharte, y mis ojos para llorar contigo, porque después de llorar volverán a brillar juntos. Más grandes, renovados y limpios que nunca.

Guapa, porque te lo mereces.

jueves, 12 de febrero de 2009

Ven a cenar conmigo

Les advierto desde ya. Este post podría resultar muy largo incluso para los seguidores más fervientes. Haberlos haylos, oigan, no se me pongan quisquillosos. Contiene, además, altas dosis de publicidad gratuita, que no autopromoción (que también pero en menor medida) No queremos llevarles de la mano hacia ningún engaño, y estará en sus ojos y en sus cabezas discernir una cosa de la otra. Les tengo por personas preparadas, así que no vayan a defraudarme queridos lectores.

Comienzo a escribir mientras hago mentalmente el recuento de las horas que me quedan para dejar de ser una desempleada más (24 por 3, hacen un total de 72 horas) Los últimos días que tendré para hacer lo que me de la santa gana. Levantarme un poco tarde; ser presa fácil de la sobremesa televisiva y hacer experimentos en la cocina como los hace Flipy en el Hormiguero, pero sin máscara antigas ni extintores. Nada de mariconadas. Tiene mucho más mérito morir con el delantal puesto.

Ni qué decir tiene que me he beneficiado estos meses de la utilidad de la tarjeta de desempleo: todos los museos estatales gratis para los que lo desconozcan, porque no se han encargado de publicitarlo demasiado ¡barra libre cultural! Claro que también pueden encontrarse con personajes ‘tipo el taquillero del Museo del Prado’: ‘joe con los parados, cómo se aprovechan… ¡ya han venido unos 90 desde esta mañana!’ Lo que nos obliga a preguntarnos ‘¿y eso es malo? ¿no es una cosa buena la cultura? ¿no sería mucho peor que estuviéramos todos robando bancos, o secuestrando personas, cegados por la apatía y la desesperación de no tener un trabajo?’ (…) ‘No, si yo no digo nada… pues que estéis mucho tiempo en paro…’ Pero, será cabrón…

En lo que estábamos, yo lo que quería conseguir en esta época era ser una ‘buena maruja’ Un intento más de reinventarme a mí misma, eso que lleva haciendo Madonna desde que nació; y estado superior éste que he tenido a bien denominar ‘How-to-became-maruja-de-luxe’. Para los que se hayan perdido las lecciones del Profesor Vaughan ‘Cómo llegar a ser una maruja de lujo’

Una ‘maruja de lujo’ es como una maruja común. Así es. Se encarga de su casa y de sus labores ‘quitapelusas’; otea al Vecino; pone la lavadora, hace la compra como todo dios; si tiene que planchar plancha; y por supuesto se hace fan del ‘Cillit Bang’ Pero al mismo tiempo, cada día hace pequeños esfuerzos para hacerse rica, o al menos para dejar de ser un poco menos pobre. Hasta que descubre la improbabilidad de que le toque una quiniela de catorce, o una simple primitiva.

Así que ¿qué hacer mientras se hace una millonaria, visita museos por la cara, o encuentra trabajo? Pues… ¿Apuntarse a un curso CCC de auxiliar de geriatría? ¿Estudiar esperanto? ¿Plantearse el alunizaje como modo de vida? Nada de violencia. Lo tengo. Y ahora entenderán que el rico que ideó el pegamentito de los post-it no me llega ni a la altura del zapato, claro que yo no contaba con mi ‘mala sueeerte’

Como parte de la estrategia el viernes pasado se me ocurrió hacer un ‘Ven a cenar conmigo’ en mi casa. Esto es, invitar a varios amigos al olor de un espectáculo gastronómico nunca ingerido. Pura palabrería infame ya que el objetivo de la velada era desplumarlos a todos en los postres. Creo que si digo póquer todos sabemos a que nos estamos refiriendo.

La velada fue muy agradable. Muchas risas mezcladas con algo de youtube, que desde que tengo conexión es el alma de todas las fiestas. Además, ahora nadie puede soltar muchas burradas porque google se encarga de desacreditarte rápido. Bueno, la cena estuvo comestible, ellos dijeron que muy rica, pero son muy educados. El plato principal era una receta de Arguiñano. Un arroz al romero sin romero que servidora se encargó de ‘customizar’, porque la verdad no encontré romero ni buscando a una gitanilla que me leyera la mano y me obsequiara con una ramita. El postre consistió en una tarta de cumpleaños para uno de los invitados (porque era su cumpleaños, tan absurda no soy) Pero mientras ellos comían y se reían, yo me frotaba internamente las manos pensando en lo que vendría después ‘Comed, comed… hartáos de beber hasta perder el control…’ Hombre, no me negarán que siempre es más fácil desplumar a una pandilla de borrachos…

Y aquí entra en juego la ‘maruja de luxe’. La que hace que te sientas como en tu propia casa, la que te trata como un rey, la que te ceba hasta que te sale la comida por las orejas, y la que en el momento idóneo dice con una sonrisita encantadora, ‘vamos a echar una partidita, ¿no?’ Nadie se niega, claro. Es tu territorio. Nada puede salir mal. Anda que no.

Ya ven, me salió un poco el tiro por la culata. Se confabularon los planetas en mi contra. No me entraba ni una pareja de cuatros. Un desastre. La verdad es que ninguno de los asistentes teníamos ni idea de jugar, lo que me llevó en un momento suicida de la partida a apostarlo todo y a quedarme sin nada. Encima lo hacía con alegría y con la energía que hubiera derrochado Paris Hilton con los ojos inyectados en las fichas, pero sin un euro. Qué pena. Así es la vida, un juego de cartas, una caja de bombones. Menos mal que jugábamos con fichas y no con dinero, y que estaba en mi casa, porque de lo contrario tendría que haber pedido por la calle para un taxi. Al final (por estos derechos contraídos como propietaria del casino) la banca me dio crédito. También porque estábamos en un mundo ideal, sin Botines ni señores Gobernadores del Banco de España que te fastidian cualquier sueño. Al terminar la partida recuperé las fichas, pagué mis deudas y despedí cortésmente a mis invitados.

Moraleja: no juegues para desplumar o te tocará pagar… y darles de cenar.

martes, 3 de febrero de 2009

Mis primeras croquetas, chispas

Desde que tengo tarifa plana, a parte de haber dejado de gorronearle al vecino, he descubierto un mundo nuevo de posibilidades: un mundo tan ideal como el de Aladín. Como pueden imaginar, a esta mente inquieta y curiosa la red le proporciona una cantidad ingente de estímulos. Con lo fácil que es una. Noticias, nombres, y clips de audio desconocidos hasta el momento; un constante ir y venir de información que hace que a veces hasta me maree; paquetes de datos recibidos y enviados como en un botellón interminable de bits.
Mientras, el router inalámbrico, ese gran desconocido, no deja de emitir destellos anaranjados, que me hacen replantearme si en realidad no me estarán espiando desde una recóndita dirección IP, al igual que yo espío al Vecino por la ventana hasta que me pilla su novia.

Han sido estos unos días muy intensos. Muchas las emociones que me embargaron ante mi primera canción descargada desde el Emule, el burrito amigo de los niños a los que les gusta la música; las primeras películas en cinetube.es, el portal que te deja verlas sin necesidad de tardar tres días en bajártelas. Y más datos y noticias, incesantes actualizaciones, y dale que dale al F5. Lo dicho, un no parar. Pero, qué poco dura la alegría en casa del pobre, lo que traducido a nuestros días de saturación informativa vendría a ser: qué poquito hemos tardado en abrir una incidencia en la empresa grande y azul (¿Timofónica..?)

Ayer, después de haber hablado por nuestro recién estrenado fijo, éste decidió apagarse. Clonck. Su pantallita se quedó en blanco, su auricular sin señal. Ni qué decir tiene que la tele y el combinado incluido en el kit, también. Mierda, y todavía nos quedaban tres pelis gratis de la promoción.

Sí, lo han adivinado. Aquel hombre ha regresado a mi vida, volvió para arreglar este desaguisado. El instalador confirmó que llegaría de diez a once de la mañana. Bingo. No se lo van a creer, estaba tocando el timbre a las diez menos diez. 'El fallo está en el cable', me dijo al mirar por la ventana, 'es que la instalación esta es una mierda, y encima está hecha por el exterior de la vivienda, con el cable pelao... y como ha llovido se ha sulfatado, y claro, así no hay manera'. Claro que no. Qué poca vergüenza, pensé, que una poquita de lluvia me fastidie a mi esta calidad de vida, no hay derecho. Él a lo suyo, ‘¿tienes celo?’, ya empezamos, ¿y qué más..? ‘una bolsa de plástico de las normales, si tienes por ahí..’ Pues por ahí tenía una del Mercadona, que es la que le he dado para hacer el apaño. Qué poco necesitan algunos para dárselas de McGyver por la vida.

A ver cuánto me dura el arreglo, y esto sin querer lo he dicho en voz alta, y él, claramente ofendido ha contestado a mi desconfianza, ‘tranquila, que esto ya no se rompe, te lo digo yo’, pues si me lo dice él. Claro, que él es la misma persona que me ha dicho 'la próxima vez que tengas algún otro problema, llámame al móvil (¿otro problema? ¿de cualquier índole?) Es que no sabes como es esta empresa, cada vez que abren una incidencia y tengo que venir a reparar algo me lo descuentan del sueldo. Vaya por dios, hombre, aquí ya me ha entrado la pena y he estado ejerciendo de terapeuta con él mientras se reiniciaba la tele... ‘Se han puesto en un plan que no es normal' proseguía el pobre compungido, 'da igual que la avería no tenga nada que ver con una mala instalación, como si tu perro se come el router (¿?) me lo descuentan a mí… por eso prefiero que me llames' Vaya tela. Desde este momento, claro está, le he mostrado mi solidaridad, que era todo lo que estaba dispuesta a mostrarle. Al final se ha ido y yo he pegado su teléfono con un imán en la nevera, junto al del Chino Veloz y el de Telepizza.

Así que, para celebrar que la avería ha durado apenas 24 horas, me he adentrado en ese territorio inhóspito que es para algunos la cocina, y me he atrevido a hacer las primeras croquetas de mi vida. Gracias, claro, a la ayuda inestimable de varias recetas extraídas de Google, y a un bacalao desalado en migas patrocinado por Madre. He de decir, aún a riesgo de pecar de inmodesta, que aunque parezcan bolas de tenis, han quedado buenísimas y son comestibles. Ya tengo algo más que añadir a mi currículum en el apartado de aficiones e intereses, las croquetas de bacalao.

Para terminar, les dejo esta joyita, porque creo que ya he descubierto quiénes podrían ser los potenciales espías de mi router. No me negarán que no tiene su gracia la canción (traducida aquí al castellano) que pertenece a un grupo mallorquín de nombre Antònia Font, galardonado en 2008 con el Premio Nacional de Música de Cataluña.
Espero que les guste este toque de frikismo. Aunque, ya deberían estar acostumbrados.