miércoles, 14 de febrero de 2007

Los Peritos y una de las caras de Bélmez

Aquí estoy. Esperando atentamente la llamada de Los Peritos (no confundir con perritos). Me refiero a ésas personas que trabajan para una compañía de saqueos (también conocidas como aseguradoras) y cuyo trabajo consiste en hacerse los tontos a la hora de pagar, es un poner, ciertos arreglillos motivados por la propia convivencia. Los señores Técnicos del CSI (Casitas Siniestradas e Inundadas), los que van al meollo de los marrones totales, y que tras explorar el terreno pretenden que tú sufragues los gastos de la investigación o desenlace, todavía no han aparecido por la vivienda en crisis. Oséase, la mía en alquiler. Les pondré en antecedentes.
Hace meses que convivimos con una gotera que se asoma desafiante por la fachada exterior del edificio. Hecho que ha inquietado a esta comunidad de viejunos, digo, vecinos. Ésos seres detallistas, que al tener una media de 68 años y una jubilación por delante, disponen de mucho tiempo libre. Tanto, que les da para comprar el periódico, el pan, darse paseos y sentarse en los banquitos a mirar fijamente para comparar el estado de las paredes ajenas y propias, como el que cuida a los nietos que se han dormido la siesta.
Como era de esperar, una avanzadilla de este vecindario sagaz nos comentó que la eventualidad en forma de humedad se percibía (más concretamente) por la parte de la vivienda que da a nuestra bañera. Todos se mostraron interesados con el acontecimiento que asolaba a los tabiques. Parece una cara de Bélmez, aseguraban con la mano en el pecho unos. Los hay con suerte, suspiraban otros.
Mientras yo quedo a la espera de la llegada de los técnicos, la tapia se ha convertido en el foco de atracción de las miradas de los pensionistas del barrio. La gotera sigue creciendo y en la próxima reunión de la comunidad vamos a ver que nombre le ponemos al fenómeno. Gran putada es el primero que se me viene a la mente.