jueves, 2 de abril de 2020

Abril, cerral, otra vez esa sensación

*Décimo nosecuántos día de confinamiento: eres tú, chocolate, mi único motivo de desplazamiento.

Hambre. Tengo hambre. Hoy me he levantado con un hambre mortal. Desganá pero hambrienta, qué paradojas tiene la glucosa. Tanto me ciega la necesidad jambril, que a duras penas me llega este mensaje chillón desde el patio, mezclado con el rugido de mis tripas: ‘Holaaa, holaaa, holaa, holaaaaaaa’. Ahí está el tío, míralo. Un niño, al que no le echo más de siete años, se está desgañitando por una ventana en el edificio de enfrente. Por lo menos desde el quinto. Me produce mucha ternura, pero me comía una palmera de chocolate ahora mismo también.

Subo la persiana hasta arriba. Lo saludo con la mano y le grito: ‘Holaa, holaa, holaaa, holaaaaaaaaa’ Y él, encantado de sentirse escuchado, me responde desde sus adentros algo que me deja acojoná, ‘no vengas solaaa!! ola, ola, ola, olaaaaaaaa, ven con mi amoooor!!’ ¿Disculpa? ¿Estoy yo loca? Perdona. A mí. Esto me está pasando a mí: una Marisolista de las de toda la vida. Fan. Fan. Fan. Super fan de Pepa Flores. La gran Marisol. Pero ¿quién coño es ese niño cantor y quién le habrá enseñado esa canción? Cuánto bien ha hecho Cine de Barrio, sonrío orgullosa. Empezamos bien, Abril.

Me puede la intriga respecto al pequeño cantarín, pero sospecho que las respuestas llegarán por sí solas. Para celebrarlo, enciendo el ordenador, que no está pasando una buena racha. El pobre se me recalienta y peta que da gusto. Así que me arriesgo, le doy a Youtube y me pongo a buscar una canción de Marisol, esa misma, la de La Ola. Cuando, de repente, me encuentro con esta monada: Irene Cara, con ocho años, versionando el tema. Un puntazo. Mientras empieza a sonar, abro la ventana y grito hacia el quinto: 'te la dedico, vecininooo' Y subo a tope la música, mientras me marco un karaoke to guapo. Muy bonito y muy terapéutico todo. En fín, de lo mejorcito que tenemos para levantarnos. 
Después del temazo, me vengo muy arriba. Eso no quita que me haya despertado tarde y me pierda gimnasia. No se puede tener todo en esta vida. Luego hago una tabla de ejercicios. Efectivamente, la hago y debe ser un poco más fuerte que la de Césc, o le he puesto más interés, porque esta vez tengo agujetas. Bueno, podría deberse a la falta de costumbre y al perrunillismo como forma de vida que practico últimamente.

Cuando paso por el salón para ir a la cocina, madre ya está dándolo todo, con las alfombras recojidas y la esterilla en el suelo. Hace días que pasamos bastante de Césc las dos, es una evidencia. Pero ella es autosuficiente. Le llena de satisfacción haber elaborado una serie de ejercicios yeyés que ha recopilado. No sé si de su época de guateques, pero que realiza diariamente, contoneándose al ritmo del Dúo Dinámico y sus grandes jits. A todo volumen. Hoy ha cambiado la música, suena un disco de bandas sonoras. Ni tan mal. Carros de fuego a toda leche. 

Salgo a la terraza a tomarme el café. Cae también una tostada, por lo del jama matutino. El sol ha salido entre las nubes, por fín. Al principio, tengo que retorcerme un poco entre los barrotes del balcón, pero logro que me de un poco en la cara. Un instante más tarde me da de lleno. Cómo lo echaba de menos, otra vez esa sensación.  Aprovechando la luz, voy a por la cámara. Tengo un par de florecillas la mar de salás como para enredar un poco con unos contraluces. Ya veréis alguna fotillo. Alguna salió.

Me flipo un poco con la cámara y ya me voy pa dentro. Toca limpieza, orden de cajas y material de mercería, que es algo que uso yo mucho. Lo que no impide que lo tenga todo muy desordenado. También, hacer la tabla de ejercicios, hacer la comida, hacer las torrijas... Ah, no, las torrijas las hice ayer. Si tienen para apuntar les doy una sencilla receta. Se hacen en un pliki pero hay que tenerlo bien organizado.

Necesitaremos una barra  de pan del día anterior. En estos días, nos puede servir casi cualquiera. Eso sí, no me uséis las barras esas rústicas, tipo barras gallegas. Os lo digo porque es la que utilicé yo y no quedan tan esponjosas, ya que la masa de este pan tiene mucho aire y más agujeros. Ah, el grosor de las torrijas, al gusto del consumidor. Bueno, usaremos también 2 vasos de leche entera, que pondremos en un cazo a calentar con una rama de canela, y cáscara de naranja y limón (sin la parte blanca, se la quitamos porque dá amargor) y añadimos de 2 a 3 cucharadas de azúcar (yo pongo azúcar moreno) Dejáis calentar la leche con tós los preparos sin que hierva, a fuego medio, unos 20 minutos. Se deja enfriar la leche y cuando enfría sumergimos las rebanadas en la leche, bien humedecidas, y las reservamos. Ponemos el aceite a calentar, a fuego medio alto y mientras batimos 2 huevos. Cuando esté caliente el aceite, vamos pasando las torrijas por el huevo y las freímos. Ponemos papel de cocina para absorber el aceite sobrante y después pasamos las torrijas por una mezcla de canela en polvo y azúcar, a vuestro gusto, y ya está. Voilá!

Después de la receta que escribo en la terraza, vuelvo a la habitación. Al pasar por el salón, madre está ultimando su entrenamiento yeyé del jueves con una música que me suena desde el primer acorde. 'Tan, taan taan taaan... tan tan tan... taaan tan taaan' Temazo de Flashdance, me queo tó loca. Irene Cara canta esta canción. Oh my god todo está conectado. Marisol. El niño cantante. Irene. La fotosíntesis. Las torrijas. Mi torrija. Chachas, y otra vez esa sensación... what a feeling.
 
Seguiremos informando, cuídense mucho y hagan las torrijas.