*Décimo nosecuántos día de confinamiento: eres tú, chocolate, mi único motivo de
desplazamiento.
Hambre. Tengo hambre. Hoy me he levantado con un hambre mortal. Desganá pero hambrienta, qué paradojas tiene la glucosa. Tanto me ciega la
necesidad jambril, que a duras penas me llega este mensaje chillón desde el patio, mezclado con el rugido de mis tripas:
‘Holaaa, holaaa, holaa, holaaaaaaa’. Ahí está el tío, míralo. Un niño, al que no le echo más de siete
años, se está desgañitando por una ventana en el edificio de enfrente. Por lo
menos desde el quinto. Me produce mucha ternura, pero me comía una palmera de
chocolate ahora mismo también.
Subo
la persiana hasta arriba. Lo saludo con la mano y le grito: ‘Holaa, holaa,
holaaa, holaaaaaaaaa’ Y él, encantado de sentirse escuchado, me responde desde
sus adentros algo que me deja acojoná, ‘no vengas solaaa!! ola, ola, ola, olaaaaaaaa,
ven con mi amoooor!!’ ¿Disculpa? ¿Estoy yo loca? Perdona. A mí. Esto me está
pasando a mí: una Marisolista de las de toda la vida. Fan. Fan. Fan. Super fan de Pepa Flores. La gran Marisol. Pero ¿quién coño es ese niño cantor
y quién le habrá enseñado esa canción? Cuánto bien ha hecho Cine de Barrio, sonrío orgullosa. Empezamos bien, Abril.
Me
puede la intriga respecto al pequeño cantarín, pero sospecho que las respuestas llegarán por sí solas. Para celebrarlo,
enciendo el ordenador, que no está pasando una buena racha. El pobre se me recalienta y peta que da gusto. Así que me arriesgo, le doy a Youtube y
me pongo a buscar una canción de Marisol, esa misma, la de La Ola. Cuando, de repente, me
encuentro con esta monada: Irene Cara, con ocho años, versionando el tema. Un puntazo. Mientras empieza a sonar, abro la ventana y grito hacia el quinto: 'te la dedico, vecininooo' Y subo a tope la música, mientras me marco un karaoke to guapo. Muy bonito y muy terapéutico todo. En fín, de lo mejorcito que tenemos para levantarnos.
Después del temazo, me vengo muy arriba. Eso no quita
que me haya despertado tarde y me pierda gimnasia. No se puede tener todo en
esta vida. Luego hago una tabla de ejercicios. Efectivamente, la hago y debe
ser un poco más fuerte que la de Césc, o le he puesto más interés, porque esta
vez tengo agujetas. Bueno, podría deberse a la falta de costumbre y al
perrunillismo como forma de vida que practico últimamente.
Cuando paso por el salón para ir a la cocina, madre ya
está dándolo todo, con las alfombras recojidas y la esterilla en el suelo. Hace
días que pasamos bastante de Césc las dos, es una evidencia. Pero ella es
autosuficiente. Le llena de satisfacción haber elaborado una serie de
ejercicios yeyés que ha recopilado. No sé si de su época de guateques, pero que
realiza diariamente, contoneándose al ritmo del Dúo Dinámico y sus grandes
jits. A todo volumen. Hoy ha cambiado la música, suena un disco de bandas sonoras.
Ni tan mal. Carros de fuego a toda leche.
Salgo a la terraza a tomarme el café. Cae
también una tostada, por lo del jama matutino. El sol ha salido entre las
nubes, por fín. Al principio, tengo que retorcerme un poco entre los barrotes
del balcón, pero logro que me de un poco en la cara. Un instante más tarde me
da de lleno. Cómo lo echaba de menos, otra vez esa sensación.
Aprovechando la luz, voy a por la cámara. Tengo un par de florecillas la
mar de salás como para enredar un poco con unos contraluces. Ya veréis alguna
fotillo. Alguna salió.
Me flipo un poco con la cámara y ya me voy
pa dentro. Toca limpieza, orden de cajas y material de mercería, que es algo
que uso yo mucho. Lo que no impide que lo tenga todo muy desordenado. También,
hacer la tabla de ejercicios, hacer la comida, hacer las torrijas... Ah, no,
las torrijas las hice ayer. Si tienen para apuntar les doy una sencilla receta.
Se hacen en un pliki pero hay que tenerlo bien organizado.
Necesitaremos una barra de pan del día anterior. En estos días, nos
puede servir casi cualquiera. Eso sí, no me uséis las barras esas rústicas,
tipo barras gallegas. Os lo digo porque es la que utilicé yo y no quedan tan
esponjosas, ya que la masa de este pan tiene mucho aire y más agujeros. Ah, el
grosor de las torrijas, al gusto del consumidor. Bueno, usaremos también 2 vasos de leche entera, que
pondremos en un cazo a calentar con una
rama de canela, y cáscara
de naranja y limón (sin la
parte blanca, se la quitamos porque dá amargor) y añadimos de 2 a 3 cucharadas de azúcar (yo pongo azúcar moreno) Dejáis
calentar la leche con tós los preparos sin que hierva, a fuego medio, unos 20
minutos. Se deja enfriar la leche y cuando enfría sumergimos las rebanadas en
la leche, bien humedecidas, y las reservamos. Ponemos el aceite a calentar, a
fuego medio alto y mientras batimos 2
huevos. Cuando esté caliente el aceite, vamos pasando las torrijas por el
huevo y las freímos. Ponemos papel de cocina para absorber el aceite sobrante y
después pasamos las torrijas por una mezcla de canela en polvo y azúcar, a vuestro
gusto, y ya está. Voilá!
Después de la receta que escribo en la
terraza, vuelvo a la habitación. Al pasar por el salón, madre está ultimando su
entrenamiento yeyé del jueves con una música que me suena desde el primer
acorde. 'Tan, taan taan taaan... tan tan tan... taaan tan taaan' Temazo de
Flashdance, me queo tó loca. Irene Cara canta esta canción. Oh my god todo está
conectado. Marisol. El niño cantante. Irene. La fotosíntesis. Las torrijas. Mi
torrija. Chachas, y otra vez esa sensación... what a feeling.
Seguiremos
informando, cuídense mucho y hagan las torrijas.