Desde este estado embriagado
de pena semi difusa
se ve todo más borroso,
más pequeño.
Mientras, desenredo
los minutos,
intentando descubrir
la mágica estela de tu rastro:
me quedo ciega,
desordeno los papeles,
escojo nuevos rincones,
me desahogo frente al espejo.
Trato de aguantar las ganas de llorar
y sin querer se me escapa una lágrima.