Esta tarde me ha sido revelada una verdad: junto con otras manifestaciones del destino, para ser más exactos. Ahora, me encuentro en la dicotomía de ser la encargada de informarles del asunto, de tener que propagar al mundo unas cuestiones embarazosas, y no por ello sucumbir lapidada en el intento. No me dirán que no es chungo el tema. Pero cada uno que haga lo que estime conveniente. Y recuerden, automedíquense solo en presencia de su farmacéutico amigo.
Empecemos cuanto antes, para quitarme este peso de encima. Últimamente, ando enfrascada ‘un poco’ en la vorágine laboral que me absorberá a partir de julio, con traslado incluido, como lo hice el año pasado. Me encuentro ‘pelín’ agobiada, pero al tiempo, lenta de reflejos, y cansada en general. Será la abstemia de una primavera inexistente, o este incipiente verano lluvioso ‘tocapelotas’. Será que los paraguas se han convertido en compañeros incómodos y las ‘katiuskas’ en la sensación de la temporada. Será que llevo varios días teniendo un ‘este no es el día’, y como diría aquel, así sucesivamente.
Serán las noticias que llenan los informativos. Será que estamos al borde del colapso, del estado de sitio: reunidos los gabinetes de crisis y elucubrando los mandamases las soluciones urgentes. Será que nos quedamos sin abastecimiento de alimentos frescos, ni aire limpio; que los camioneros exigen sus derechos con retenciones, que los piquetes sortean a los coches y alguno no puede escapar de la muerte cuando se congela la huelga. Será que todo tiene un límite. Tiene que ser.
Será que mientras esto ocurre, el país queda paralizado por un partido de fútbol. Será que las penas con balones son menos, será que nos une como hermanos gritar al unísono y tocar el claxon, será que somos todos tontos, ¿será que me he vuelto una ‘talibán’? ¿Qué será, será? Después de que la selección le marcara 4 goles a quien fuese, y yo hubiera escuchado voces sin saber muy bien a qué se debían, salí del trabajo con la sensación de que me había perdido algo (esto suele sucederme a veces, perderme algo, no escuchar voces) Que había ganado España. Pues que bien. ¿Felicidades?
En medio de la felicidad general, me iba tan tranquila, pero pasito a pasito ligero, por las calles. En esta que veo un preludio de la Revelación. Traducido en una tienda que vendría a tener unos 10 metros. Con un folio escrito a mano (a mano chunga) en el cristal del escaparate, que rezaba de esta forma: 3 LIBROS 1€. Mis ojos hicieron ‘totoon-totoin’, y claro, allí me planté y en tu tienda me colé. Del escaparate, destacar ‘vasijas anteriores a la guerra de Independencia’, y otros tesoros. Ahora pueden dejar de leer, estimados lectores, cuando hayan caído en la cuenta de que la Revelación sólo la compromete a una, y no les facilita nada a los demás. Revelación personal, si quieren llamarla. Pero qué vamos a hacer, siempre pueden seguir leyendo, y jugar con su destino. Nada mejor que perderse en una tienda de libros con más años que una misma. Eso deberían hacerlo todos: no saben como sube la moral.
En el momento de incursión en la cueva de la sabiduría, había dos ancianos venerables ojeando incunables y otros textos. Uno de ellos se ha llevado casi media obra completa de Julio Verne y alguno de Jack London, nueve volúmenes en total. Del ambiente que había, podría decir que lo que allí se respiraba era saber, pero es que había muchísimo polvo (menos mal que no soy alérgica) La sensación de poder romper algo a cada paso crecía proporcionalmente a mis expectativas sobre los ejemplares que seleccionaría, como una barra libre de libros (un poco viejos)
Los elegidos han sido, en orden de aparición o porque así lo quiso el destino: por 2€
Crimen y castigo (Fedor Dostoievski)
Congreso en Estocolmo (José Luis Sampedro)
Charles Chaplin. El genio del cine (Manuel Villegas López)
Elogio de la imperfección (Rita Levi-Montalcini)
(Los últimos me los ha facilitado la chica de la librería, dejándose llevar, sospecho, por su intuición)
La abadesa de Castro (Sthendal)
Romeo y Julieta (W. Shakespeare)
Me pregunto, ¿creen en el destino?. La Revelación aclara que hay vida después de la Selección.
Empecemos cuanto antes, para quitarme este peso de encima. Últimamente, ando enfrascada ‘un poco’ en la vorágine laboral que me absorberá a partir de julio, con traslado incluido, como lo hice el año pasado. Me encuentro ‘pelín’ agobiada, pero al tiempo, lenta de reflejos, y cansada en general. Será la abstemia de una primavera inexistente, o este incipiente verano lluvioso ‘tocapelotas’. Será que los paraguas se han convertido en compañeros incómodos y las ‘katiuskas’ en la sensación de la temporada. Será que llevo varios días teniendo un ‘este no es el día’, y como diría aquel, así sucesivamente.
Serán las noticias que llenan los informativos. Será que estamos al borde del colapso, del estado de sitio: reunidos los gabinetes de crisis y elucubrando los mandamases las soluciones urgentes. Será que nos quedamos sin abastecimiento de alimentos frescos, ni aire limpio; que los camioneros exigen sus derechos con retenciones, que los piquetes sortean a los coches y alguno no puede escapar de la muerte cuando se congela la huelga. Será que todo tiene un límite. Tiene que ser.
Será que mientras esto ocurre, el país queda paralizado por un partido de fútbol. Será que las penas con balones son menos, será que nos une como hermanos gritar al unísono y tocar el claxon, será que somos todos tontos, ¿será que me he vuelto una ‘talibán’? ¿Qué será, será? Después de que la selección le marcara 4 goles a quien fuese, y yo hubiera escuchado voces sin saber muy bien a qué se debían, salí del trabajo con la sensación de que me había perdido algo (esto suele sucederme a veces, perderme algo, no escuchar voces) Que había ganado España. Pues que bien. ¿Felicidades?
En medio de la felicidad general, me iba tan tranquila, pero pasito a pasito ligero, por las calles. En esta que veo un preludio de la Revelación. Traducido en una tienda que vendría a tener unos 10 metros. Con un folio escrito a mano (a mano chunga) en el cristal del escaparate, que rezaba de esta forma: 3 LIBROS 1€. Mis ojos hicieron ‘totoon-totoin’, y claro, allí me planté y en tu tienda me colé. Del escaparate, destacar ‘vasijas anteriores a la guerra de Independencia’, y otros tesoros. Ahora pueden dejar de leer, estimados lectores, cuando hayan caído en la cuenta de que la Revelación sólo la compromete a una, y no les facilita nada a los demás. Revelación personal, si quieren llamarla. Pero qué vamos a hacer, siempre pueden seguir leyendo, y jugar con su destino. Nada mejor que perderse en una tienda de libros con más años que una misma. Eso deberían hacerlo todos: no saben como sube la moral.
En el momento de incursión en la cueva de la sabiduría, había dos ancianos venerables ojeando incunables y otros textos. Uno de ellos se ha llevado casi media obra completa de Julio Verne y alguno de Jack London, nueve volúmenes en total. Del ambiente que había, podría decir que lo que allí se respiraba era saber, pero es que había muchísimo polvo (menos mal que no soy alérgica) La sensación de poder romper algo a cada paso crecía proporcionalmente a mis expectativas sobre los ejemplares que seleccionaría, como una barra libre de libros (un poco viejos)
Los elegidos han sido, en orden de aparición o porque así lo quiso el destino: por 2€
Crimen y castigo (Fedor Dostoievski)
Congreso en Estocolmo (José Luis Sampedro)
Charles Chaplin. El genio del cine (Manuel Villegas López)
Elogio de la imperfección (Rita Levi-Montalcini)
(Los últimos me los ha facilitado la chica de la librería, dejándose llevar, sospecho, por su intuición)
La abadesa de Castro (Sthendal)
Romeo y Julieta (W. Shakespeare)
Me pregunto, ¿creen en el destino?. La Revelación aclara que hay vida después de la Selección.
Ya está, y esta entrada, más el rollo adyacente, es porque me gusta leer, y al final he terminado el día contenta.
Gracias por su comprensión. A veces esta terapia puede ser un poco timo.. I know