martes, 10 de junio de 2008

Un día es un día

Una revelación y otras manifestaciones del destino

Esta tarde me ha sido revelada una verdad: junto con otras manifestaciones del destino, para ser más exactos. Ahora, me encuentro en la dicotomía de ser la encargada de informarles del asunto, de tener que propagar al mundo unas cuestiones embarazosas, y no por ello sucumbir lapidada en el intento. No me dirán que no es chungo el tema. Pero cada uno que haga lo que estime conveniente. Y recuerden, automedíquense solo en presencia de su farmacéutico amigo.

Empecemos cuanto antes, para quitarme este peso de encima. Últimamente, ando enfrascada ‘un poco’ en la vorágine laboral que me absorberá a partir de julio, con traslado incluido, como lo hice el año pasado. Me encuentro ‘pelín’ agobiada, pero al tiempo, lenta de reflejos, y cansada en general. Será la abstemia de una primavera inexistente, o este incipiente verano lluvioso ‘tocapelotas’. Será que los paraguas se han convertido en compañeros incómodos y las ‘katiuskas’ en la sensación de la temporada. Será que llevo varios días teniendo un ‘este no es el día’, y como diría aquel, así sucesivamente.

Serán las noticias que llenan los informativos. Será que estamos al borde del colapso, del estado de sitio: reunidos los gabinetes de crisis y elucubrando los mandamases las soluciones urgentes. Será que nos quedamos sin abastecimiento de alimentos frescos, ni aire limpio; que los camioneros exigen sus derechos con retenciones, que los piquetes sortean a los coches y alguno no puede escapar de la muerte cuando se congela la huelga. Será que todo tiene un límite. Tiene que ser.

Será que mientras esto ocurre, el país queda paralizado por un partido de fútbol. Será que las penas con balones son menos, será que nos une como hermanos gritar al unísono y tocar el claxon, será que somos todos tontos, ¿será que me he vuelto una ‘talibán’? ¿Qué será, será? Después de que la selección le marcara 4 goles a quien fuese, y yo hubiera escuchado voces sin saber muy bien a qué se debían, salí del trabajo con la sensación de que me había perdido algo (esto suele sucederme a veces, perderme algo, no escuchar voces) Que había ganado España. Pues que bien. ¿Felicidades?

En medio de la felicidad general, me iba tan tranquila, pero pasito a pasito ligero, por las calles. En esta que veo un preludio de la Revelación. Traducido en una tienda que vendría a tener unos 10 metros. Con un folio escrito a mano (a mano chunga) en el cristal del escaparate, que rezaba de esta forma: 3 LIBROS 1€. Mis ojos hicieron ‘totoon-totoin’, y claro, allí me planté y en tu tienda me colé. Del escaparate, destacar ‘vasijas anteriores a la guerra de Independencia’, y otros tesoros. Ahora pueden dejar de leer, estimados lectores, cuando hayan caído en la cuenta de que la Revelación sólo la compromete a una, y no les facilita nada a los demás. Revelación personal, si quieren llamarla. Pero qué vamos a hacer, siempre pueden seguir leyendo, y jugar con su destino. Nada mejor que perderse en una tienda de libros con más años que una misma. Eso deberían hacerlo todos: no saben como sube la moral.

En el momento de incursión en la cueva de la sabiduría, había dos ancianos venerables ojeando incunables y otros textos. Uno de ellos se ha llevado casi media obra completa de Julio Verne y alguno de Jack London, nueve volúmenes en total. Del ambiente que había, podría decir que lo que allí se respiraba era saber, pero es que había muchísimo polvo (menos mal que no soy alérgica) La sensación de poder romper algo a cada paso crecía proporcionalmente a mis expectativas sobre los ejemplares que seleccionaría, como una barra libre de libros (un poco viejos)

Los elegidos han sido, en orden de aparición o porque así lo quiso el destino: por 2€

Crimen y castigo (Fedor Dostoievski)
Congreso en Estocolmo (José Luis Sampedro)
Charles Chaplin. El genio del cine (Manuel Villegas López)
Elogio de la imperfección (Rita Levi-Montalcini)
(Los últimos me los ha facilitado la chica de la librería, dejándose llevar, sospecho, por su intuición)
La abadesa de Castro (Sthendal)
Romeo y Julieta (W. Shakespeare)

Me pregunto, ¿creen en el destino?. La Revelación aclara que hay vida después de la Selección.
Ya está, y esta entrada, más el rollo adyacente, es porque me gusta leer, y al final he terminado el día contenta.
Gracias por su comprensión. A veces esta terapia puede ser un poco timo.. I know

jueves, 5 de junio de 2008

Terapia de choque para penas en observación.


(Pon la 3 que es preciosa)

Seguro que hubo alguien, fijo, que dijo alguna vez aquello de ‘la melancolía es buen sitio para ir de visita, pero resulta un mal lugar para quedarse’. Eso lo hemos leído, lo hemos escuchado, o nos lo hemos soñado todos. Digamos, que la nostalgia puede alcanzarnos si tenemos el punto patoso, y ciertas personas podrían encontrarse en esta situación: instaurados en una tristeza persistente, o rara, sin visos de salir de lo negro. Intentaremos, en el transcurso de estas inocentes y animosas líneas, poner a su disposición una de las muchas opciones que pueden escoger para seguir adelante. Elija, mójese, actúe. Esta vida absurda es lo que tiene, si no te mueves, pueden pisarte. Raras veces aprendemos a la primera, y cuando lo hacemos, es un poco coñazo.

Háganse cargo, queridos. Vamos a la faena: nada mejor que una terapia de choque experimental para hacer causa común contra la tristeza. Si la melancolía no les deja, únanse a ella. Verán como uno de los dos acaba por irse.
Se terminará la primavera sin habernos dado cuenta, y con eso le entra una inmensa pena a cualquiera. Acabará, como se disipa una mirada de reojo, y se liquida el luto por los suspiros perdidos. Los días que aparecerán en el horizonte se prevén inciertos, e ineludibles. Si lo suyo es el regocijo en el llanto, les daremos una receta para superarlo. Un experimento, un caso práctico. Les dará otra oportunidad para volver a empezar. Son libres de seguirnos, o no.

Desharemos las maletas, nos quitaremos los disfraces de turistas y las viseras de propaganda. Con la certeza de estar todavía preparados para lo desconocido, para que un día, si hay suerte y sea donde fuere, se nos revele alguna verdad.
Pero la verdad es que hay gente que es ‘triste’, tan cierto como que hay personas optimistas. En el primer grupo se encuentran aquellos que disfrutan de ese estado, y lo convierten casi en una forma de vida, porque forma parte de ellos, como su propia sombra. Han nacido así. Generalmente uno no se considera a sí mismo triste, pero se da cuenta de que muy animado, no es. Pero ustedes no son tristes, probablemente sean optimistas, perdónenme, pero podrían estarlo. En este caso se aconsejan estos puntos:

1.Asistir a un concierto. Para ser consecuente con el estado anímico, y apechugar.
2.Interpretado por una banda, conjunto o solista que no sea la alegría de la huerta, autodenominado ‘llorón’.
3.Ir con amigos, conocidos o familiares.
4.Tragárselo entero hasta con los ‘bises’.
5.Intentar disfrutar haciéndose conscientes de la superación de su pena.
6.Admitir que en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey.
7.Pon la 3, que es preciosa:

"Tristemente puesta en pie, acaricias con los dedos la esperanza muerta. La torpeza y la vergüenza de este año que no fue, ese año que esperábamos tener. Y lamentas con miradas, lo que no se puede ni explicar, lo que no has guardado, porque al no ser lo esperado no quisiste ni archivar. Ni un solo momento, ni un segundo odiado, de este amor impuro y agotado, enfermo y delicado, pequeño y despistado que se apaga. Este amor se apaga, como se acaban los impulsos de tu amor, como terminan los mensajes que no mandas. Este amor se apaga.

Y repetimos los errores que si antes eran grandes ahora son enormes, lamentamos no tenernos uno al otro y darnos flores, que nos alivien un instante y cambien todos los perdones. Nuestra falta de cabeza es peor que la pobreza, porque no nos ha dejado tener nada. Este amor se apaga como se apagan los latidos de tu amor, como terminan las canciones que no acaban. Este amor se apaga.

Se apaga".


Nunca asistí al concierto de Iván Triste Ferreiro.
Los cleenex podrían haber sido mis aliados.

domingo, 1 de junio de 2008