sábado, 29 de noviembre de 2008

Una historia de amor… de las que ya no se cuentan

Dispongo, aproximadamente, de media hora para contarles una historia de amor. De amor locuelo, juvenil, sincero, adolescente e irracional. Mal empezamos, porque les prevengo: a esta humilde terapeuta sólo hay algo que le pone más nerviosa que le controlen el tiempo; y es que, reloj en mano, le cronometren cuánto aguanta sin respirar bajo el agua, que aprovecho para decir que es muchísimo: infinito, vamos. Es lo que tenemos las sirenas, aunque estemos varadas (¿?)

Podría empezar acaparando su atención por completo, confesándoles entre susurros que esta entrada nació a las cuatro de la madrugada, en una habitación callada, con la luz apagada, y el corazón roto, pero les estaría mintiendo vilmente, como una bellaca difamadora, una Maria Patiño del montón. También podría comentarles la que se ha revelado como 'anécdota del día', en este sábado frío de narices. Y es que esta mañana, sin previo aviso, un hombre ha llamado a mi puerta. Han leído bien: un hombre. Huelga decir que sus pies se han encontrado con nuestro felpudo, que reza desafiante ‘All you need is love’

Desgraciadamente, se trataba del Señor del Gas, que no tendría planes mejores para hoy, y ha decidido despertarme a las 12:35 de la mañana; cuando me encontraba en una especie de maldito duermevela, después de una noche que podríamos calificar como toledana. Tras abrirle la puerta de mi humilde morada al grito de ¡¡el del Gaaaaaaas!! , esta persona se me ha quedado mirando fijamente a los ojos, evidentemente y como manda la costumbre, sin desmaquillar, y en tono de sorna ha añadido, ‘he venido antes, pero debías de estar...’ ‘Durmiendo’, he dicho terminando la frase por él, ‘estaba durmiendo, que ayer he llegado muy tarde, ¿¿sabe usted, Sr. D. Tocando las narices un sábado por la mañana??’

El señor revisor, pertrechado con un enorme maletín negro, como si de un cazafantasmas se tratara, ha entrado raudo en mi cocina, y ha sacado lo que a todas luces era el mando a distancia de una muñeca chochona gigante. Pero no, era un captador de energías negativas, o eso he creído entender: un aparato que mediría la pureza del aire que se respira en mi casa, que ya sabía yo sin que él me lo dijera que mucha no es. Lo malo es que, ante mi desconcierto, el tipo pasaba el mando cerca de la instalación del gas, y sonaba todo el rato, 'pipipipipipiiiiiiiiii', extremo éste que me ha sobrecogido y me ha hecho replantearme la salubridad del oxígeno que respiro en mi propio hogar. Ha intentado tranquilizarme diciéndome que era normal, 'porque hay muchos aparatos eléctricos en la cocina, que pueden interferir en las energías analizadas', 'sisisisí, y la abuela fuma', pensaba yo. Pero, su cara decía otra cosa, algo así como ‘madre mía, como esto pete un día…’

Menos mal que cuando ha examinado la parte de la instalación más importante de la vivienda, la de la calefacción, su diagnóstico ha sido alentador. ‘Tranquila’, ha dicho, ‘¿ves como ahora no suena? no hay ninguna fuga de gas’. Joder, menudo tacto. Gracias al cielo. Ya estaba imaginando, desde mi desbordante creatividad, que antes de que este intrépido señor abandonara mi casa, esta pobre casa iba a volar por los aires.

Nada, que al final se me ha pasado el tiempo contando la anécdota. Tendremos que dejar la historia de amor para otro día. Prometido queda, diablillos...

martes, 25 de noviembre de 2008

Aquellos maravillosos tiempos… sobrios

Me encuentro como apaleada. Mayormente, machacadita. Mismamente, hecha puré. Trituradita como el tomate natural (¡ay-ay-ay-ay!) Un trailer de cientos de toneladas, seguramente forrado con pósters de Samantha Fox, ha debido pasarme justo por encima mientras dormía ¿¡Dios, no recuerdo nada?! ¿¿Cuánto tiempo ha pasado?? Me estiro, me encojo, me retuerzo. Finalmente, gimoteo. Sin querer se me escapa un tímido bostezo, en forma de eventual ‘AaAaAaaaaaah’ Veo borroso, y me cuesta enfocar un horizonte incierto: ¿a quiénes pertenecen esas siluetas? Les advierto por el bien de la Humanidad: espero que a ningún ser se le haya ocurrido abducirme hoy, sin mi permiso. Denotaría una absoluta falta de clase, y me obligaría a tomar medidas extra planetarias, para las que no me encuentro mentalmente preparada ¿Me despierto?

Enseguida, reparo en que el espesor de mis legañas no me dejará ver más allá de las pestañas, y tras el 'pseudo aforismo', me pregunto: ¿Quién es esa persona que me devuelve el saludo desde el espejo? ¿¿Copito de Nieve, eres tú?? ¿Pero, por qué no me quitaría el rimmel cuando llegué a casa? ¿¿Dios, será el precio injusto que debo pagar por una mirada ‘extra sumptuous’? Mi ineludible condición de persona torpe, con churretones negros bajo los ojos, me provoca una duda. Bueno varias: ¿¿Me pongo de pie, me vuelvo a sentar…?? ¿¿Cómo saldrán estas malditas manchas oscuras, a modo de huellas oculares, de mi almohada?? Blasfemo.

Tampoco soy capaz de discernir lo que llega a mis oídos: parece alcanzarme un potente rugido que procede de la tele ¡ah, no… son mis tripas, disculpen! Pero, de todos modos, no hay nada que verifique que este estado sea real. Parpadeo dos veces por segundo. Al tercer parpadeo siento que me he ‘autohipnotizado’, aun en este estado, no dejo de sorprenderme. Me estoy mareando con tanta tontería. Cierro los ojos y los abro de nuevo: gesto absurdo donde los haya, para constatar la naturaleza de ningún hecho. Por piedad, no me pidan coherencia, me la bebí toda el sábado de madrugada. Se acabó diluyendo en aquella penúltima pinta. ¿Qué pasa, algún problema? Como no tengo novio real, sólo me queda la cerveza… y el chocolate con almendras de Nestlé.

Suspiro. Me debato internamente entre levantarme del sofá, o descubrir que me encuentro en simbiosis con él: amarilla como ‘Los Simpson’. Muevo la pierna, muevo el pie, muevo la tibia y el peroné. Hoy no me cae bien Alaska, porque su canción me taladra el cerebro; y en la zanja derecha del hipotálamo, a cien metros de profundidad, yace inmóvil mi orgullo. ¿Será éste un estadio superior de la conciencia, y no estoy preparada para reconocerlo? No, amiguitos, no se engañen. Les voy a presentar: esta es una Señora Resaca. Lo malo es que estamos a martes, y a estas alturas, lo correcto sería tratarla de usted. Está clarísimo: ni te cases, ni te emborraches, ni te embarques. La sabiduría popular es que no conoce límites…

Al menos, me queda el consuelo de que éste, pinchen, sólo es Un Día en el Mundo.
Espero que disfruten de ‘Vetustamorla’, se los recomiendo, desde lo más recóndito del cuerpo dolorido de esta carne de cañón, que no se cansa de repetir: “Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así..”

Continuará, vamos que si continuará…

lunes, 17 de noviembre de 2008

Hola, ¿estás solo?

Aquí me encuentro, en mi particular cruzada, como Indiana Jones. En este feudo desde el que se divisa la soledad; instaurada en una parcelita de alquiler, pero en barbecho. Ya me ven, erigida en la cronista oficial del desencanto, la narradora de causas imposibles; como comentarista de un partido que se juega en campo hostil ¡Ay, la vida, cómo es la vida de hostil, desagradecida y puñetera! Dirán ustedes, ‘menos metáforas y más hechos’ Por favor, déjenme que saboree este momento tan trágico. Conocen esta naturaleza llorona de la que hago gala. Pues, permítanme mi derecho al sollozo. Snif.

Les aclaro que los hechos que leerán a continuación no tendrían por qué corresponderse con la verdad. Ustedes me los leen, y después ya me comentan, que este espacio sigue estando abierto a todo tipo de opiniones, críticas, y juicios paralelos. Pero, tampoco vayan a ponerme verde, que últimamente anda una algo sensible. Un poquito de comprensión, es lo único que les pido… a Dios le pido (¿?)

(Mientras escribo, espero a que llegue el repartidor de Mercadona con la compra del mes, qué digo mes, del año; que, sufragada por la madre de servidora, nos sacará de la inanición que podría habernos costado la vida… porque ¿les dije ya que la vida es un territorio hostil, un zafarrancho de combate?)

Bueno, como saben por episodios anteriores, y conocedores como son del estado de desesperación en el que nos encontramos, entenderán que las prisas son malas consejeras. Pero, a veces, son el único motor capaz de brindarnos el impulso definitivo, ése que pone los puntos sobre las íes ¿Que, qué he hecho? Se preguntarán. Eso digo yo, pero ¡qué he hecho! Pues a lo hecho, pecho. Va bajando el nivel, disculpen.

El objetivo estaba claro: conocer a alguien, sentirnos halagados por un piropo, dejarnos querer, querer que nos quisieran. Miren que lo hemos intentado por todos los medios, que no hemos cejado en el empeño, que no quisimos caer presas de la desesperanza. Pues, reconocemos que caímos, ¡ay si caímos! En todo el hoyo…

Nada, salí a la calle decidida y pizpireta, dispuesta a hacer de mi capa un sayo. Me encontré con algunos desconocidos, y me puse manos a la obra. No sé cómo, pero todos terminaron huyendo. Imagínense una chica que se acerca a ustedes con un portafolio como los que se usan para hacer encuestas…

La cara del primer desconocido me sonaba de vista, me lo he cruzado antes, pensé, a por éste que voy, me dije; y allí mismo, en medio de la acera, le asalté sin dilación:
- Disculpa, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Sí, dime
- ¿Quieres ser mi novio?
- ¡¿Cómo?!
- Que si te gustaría ser mi novio
- Perdona no te entiendo (dijo mientras miraba a los lados, como buscando una cámara oculta)
- Pues creo que está claro, la pregunta es ¿quieres salir conmigo?
- Mira… estoy casado, tengo dos niños, un perro, y una suegra horrible
- ¡¡Perfecto, mi madre es majísima!!
- Creo que no…
- Vaya
- Lo siento, eh
- Vale, gracias por tu tiempo (bajé la cabeza, reconociendo mi derrota)

Lo intenté con un desconocido más, con el mismo y nefasto resultado. No entiendo muy bien por qué: ¿será que la gente no se fía, así como así, de una desconocida con semejantes buenas intenciones? La desconfianza está matando a esta sociedad sin valores. La verdad, es que yo me hubiera dado al menos una oportunidad, con lo risueña que soy. Tantos años ensayando chistes frente al espejo, y aprendiéndome refranes, para esto. Finalmente, uno de ellos no me puso mala cara, arqueó las cejas en señal de aprobación, y lo encontré bastante receptivo. Pero claro, aunque siempre hay un roto para un descosido... decididamente, él si que no era mi descosido. Esto es, mi tipo...
- (...)
- Entonces, ¿no te importaría...?
- No
- ¿De verdad?
- Sí
- ¿No me estarás dando falsas esperanzas?
- Que no
- ¿Y no tendrás amigos?
- Sí
- ¿Monos?
- Pues… así como yo
- Ya… entonces, vamos a dejarlo
- ¿Cómo, ya me dejas?
- Si, es que no le veo futuro a lo nuestro
- Lo que tu digas, cari
- (¿¿!!??!!)

(Suena el timbre, debe ser el repartidor… qué ilusión, no puedo evitar tararear...)
Y emulando al inolvidable Joaquín Prats, añadiré: ¡a jugaaaaaaaaaaar! (quiédecir: a por ééél!!)

P.D. La desesperación se huele, no me pregunten cómo lo sé. Simplemente, lo sé.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Esto es pá la que le toca

Con lo bien que iba todo, con lo que nos estaba costando encaminarnos en la vida, luchar por un futuro, sacudirnos los miedos… pintarnos la cara color esperanza (¿?) Con lo que suponía haber mantenido convicciones, principios, y esas dudas que nos hacen tan vulnerables. Pues, todo al garete. Lo dicho: esto es pá la que le toca. Ahora lo entenderán, queridos, saben que casi siempre nos cuesta arrancar, como a Carlos Sáinz.

Hablando del tema que hoy nos ocupa, ‘Amor en tiempos de crisis’, recuerdo ahora una conversación de las que se escuchan por la calle, de soslayo, en la que dos abuelitas se ponen al día, y se preguntan por la cotidianeidad de sus vidas…

Abuelita 1. - ¿Cómo va todo?, ¿qué tal tu nieta?
Abuelita 2. - Muy bien ¿sabes? ¡tiene novio! ¿y la tuya?
Abuelita 1. - La mía no tiene novio, está estudiando una carrera para labrarse un porvenir.
(Bravo por Abuelita 1)

Y me viene a la mente esta otra, mucho más reciente, protagonizada por la madre de una servidora, una amiga suya que le pregunta por servidora, y servidora, que está presente y participa en el diálogo en todo momento…

Amiga Zizañera. - ¿Qué tal todo? ¡qué mayor estás! ¿cómo te va?
Servidora.- Bien… bueno, ahora en paro, buscando trabajo
Madre de Servidora.- Es que hizo Periodismo, y como está la cosa tan mal
Amiga Zizañera.- Ay, hija, tranquila, que ahora con la crisis estáis todos igual, no te preocupes, ya llegarán tiempos mejores
Servidora.- Ya, de momento no me preocupo
Amiga Zizañera.- Y ¿tienes novio?
Servidora.- Psss… no
Amiga Zizañera.- Ay, ¿y eso?
(¿Le pregunto yo a usted, señora insolente, por sus patas de gallo, su incontinencia verbal? Decidí estudiar una carrera, digo mentalmente pensando en Abuelita 1: ‘labrarme un porvenir’)
Madre de Servidora.- (bajando el tono de voz a confidencial) Es que esta niña no es de novios (¿?)
Chachi. Menos mal que tengo a mi santa madre, para decirle al mundo que me rodea que ‘no soy de novios’ ¿Qué soy, de amantes bandidos?
No doy crédito.

Con lo bien que iba todo. Cuando me estaba acostumbrando a mí misma, a asumir mis manías, a vencer mis inseguridades, a pasar por alto alguno de mis defectos, a vivir aprendiendo cada día un poco. Todo a mi alrededor se derrumba mientras que todos se enamoran. Se hace la oscuridad. A lo lejos escucho una voz cansina y petarda que susurra… ‘te estás quedando sola’ Una mierda, le digo, sola no estoy, tengo una familia, que me apoya, me protege y me quiere, unos amigos que me adoran. Ya, pero no tienes pareja, ni novio, ni perrito que te ladre… Cómo que no, si tengo un vecino ideal que a veces me mira de reojo, ah, que eso no cuenta como pareja… mierda.

Pues, ¡PASAPALABRA!

P.D. Dedicado a todos los que estais enamorados, si un ápice de acritud