Con la sensación de haberme
perdido entre madrugadas,
ataviada con una sonrisa
que no disimula
sorpresa.
Sin el vértigo de verme
en atardeceres a solas,
después de la injusticia
por haberlo entregado
todo.
Ya nada es como era
ni siquiera nosotros:
tú con tus cuentos chinos
yo con mis cosas rotas.
Y aunque no hemos perdido
nunca se acaba esta guerra,
yo ya no te busco
tú acabas de huir ileso.
Por eso elijo tu distancia
deshecha en mi silencio,
no me prestes más deseos
y sácame de tus