miércoles, 3 de septiembre de 2008

Es lo que hay

Esta terapia es un poco para risa. Empezamos hoy, tras este laaargo paréntesis, con una dosis alta del autodrama que fascina a la que escribe. Ya saben. Imaginen. Lo de siempre.
Un día se les ocurre la feliz ocurrencia de comenzar escribiendo algo. Eso no hace mal a nadie, y menos cuando la intención es la de resultar ser de ayuda, en la medida de las posibilidades de esta escuchante innata, y siempre que ustedes se encuentren en la disposición de ser auxiliados por alguien, rescatados de lo que sea. Pero claro, puede acabar saliéndonos el tiro por la culata. Bueno, peor sería levantarse con la feliz idea de volarle los sesos al primero con el que nos crucemos, y ese no es buen plan. Por el momento, descartaremos esos pensamientos y nos centraremos.
Es por eso que, desde esta almena privilegiada, lo recomendamos: siempre es mucho mejor escribir, para quitarse la espinita que tengan, o la zozobra, y después ya se verá si tiene remedio el resto. Y el resto, traducido a un blog, a lo que viene siendo un minicuaderno de bitácora, es que no siempre se puede escribir, o no se puede demasiado, o cuando se puede es que no hay nada que contar. Luego, también está la pereza, que es tan mala como para que pueda ser un pecado. Pero es así, si te entra, te entra. Y si te pilla... lo que debiera traducirse en actualizaciones, en intentar contar despropósitos nacidos en una servilleta: se convierte en la Nada.
Y nada, nadando.
El verano aún no se acaba, y está siendo intenso, con un resultado tan sorprendente como alentador. No sabemos que pasará cuando llegue el otoño, pero este año, el verano se despedirá como una ola. Y olé.
Seguiremos informando.
Y disculpen las molestias, queda todavía un poco para empezar la Nueva temporada. En próximos episodios, el resumen de lo acontecido. Todavía estamos trabajando en ello. Es que no saben como cansa.
Gracias por su comprensión.

1 comentario:

Mr Tambourine Man dijo...

Escribir, a veces, nos da pereza, pero al terminar sentimos la gracia de la cosa hecha, como una alacena repleta después de un paseo por el mercado. Alentador. Seguiré leyéndote.

C.