miércoles, 19 de septiembre de 2007

Amparito se llama mi amor

Las 3 en raya

La calle está desierta. A lo lejos se percibe la agonía del fin de semana, que se traduce en la sonora carcajada de un borracho. Le responderá como el eco, una melodía de risas que pertenece a sus amigos, con los que cooperará por el objetivo lúdico de esa noche. Serán compañeros de cubatas y de hipos. De chistes malos y de peores resacas. En un intento de vuelta a casa, puede que el jolgorio se transforme en algún llanto, desorientado y huidizo. Una vez aliviado, no importará retomar el viaje y seguir a cualquier improvisado capitán, para acabar la velada perdiendo el norte con una tripulación desconocida.

De repente, una pareja de jóvenes aparece en la acera, desafiando con sus andares silenciosos a aquellos niños perdidos, que no quieren dormir ni regresar a Nunca Jamás. Un par de dos que pasean con las manos apretadas, frente a un grupo desbaratado que unido se emborracha y ríe. Miradas cómplices en un bando y algarabía nocturna en el otro.

En medio de la solitaria calle hay una ventana con la luz encendida. Observando la escena desde su habitación, está Agapito, que no puede evitar sentir algo de envidia. Mirando a unos, recuerda sus mejores moñas, los peores chistes y las carcajadas que se enlazaban. También, las lágrimas con sabor a ron con cocacola que compartía con sus amigos. Y piensa en Amparito. Amparito se llama su amor.

Mientras, la pandilla cada vez más tambaleante, intenta quedarse quieta y empieza a plantearse cuál será el siguiente destino. Las direcciones se atropellan y todos parecen tener la razón. No se ponen de acuerdo, hasta que por fin una voz pregunta a los novios, que se les cruzan, rompiendo el silencio que les separa:

- Pedonad, ¿la calle Madalena? ¿sabéi dóde esztá la calle Madadena?

Mientras, el resto espera divertido las indicaciones del improvisado líder y comienza una imaginaria partida de 3 en raya, pero son cuatro. Cada uno de los componentes tendría que ser una ficha, con un vocal para cada equipo. Pero no les salen las cuentas. Como siempre, ajeno al juego, el encargado de recordar las indicaciones que le dan los desconocidos, es el menos indicado para pedirlas. Le contesta el chico, de unos veinte años.

- ¿La calle Magdalena?

- Zsí, ézsa

- Tenéis que seguir todo recto, hasta la calle de los Geranios

- Zsí, Gedanio

- Después, la bajáis hasta el final, torcéis a la izquierda y pilláis la calle Argenzuela

- Uf, zssí, Argdenszue..

- Esquina con Gregorio Tornillo

- ¿Sztás de coña, no?

- No

- Vale, pedona, ezs que no me voy acodá. Espeda un momento, pó favod.. ¡oyee.. vení padacá alguno!
...
- ¡No podemo que sztamo jugando a las trdé en daya!

- No me jodái, hombdre.. vaya noczhecita
(Pues acaba de empezar...)

2 comentarios:

Mr Tambourine Man dijo...

Me ha encantado lo de Amparito y Agapito. Con otros nombres la historia sería distinta. En su libro "Escribir es vivir" -libro que te recomiendo- José Luís Sampedro habla de lo importante que es para él escoger bien los nombres de los personajes.

Sí, soy mujerista, y hoy, para más inri, ha caído en mis manos un libro titulado "Por qué nos gustan las mujeres". No es un ensayo, sino una obra literaria de un escritor rumano llamado Mircea Cartarescu. Al parecer es bastante bueno.
Se me acumulan los libros para leer. Y hay que escribir, y charlar... y amar, que para eso soy mujerista.

Besitos con holgura.

Nootka dijo...

Agapito y Amparito, esa historia que se esconde trás una ventana opaca de palabras y qué borrachitos son los héroes de tus historias y tus cuentos.
Mi mi mi mimimi....
jeje
Muchos años despúes, frente al pelotón de fusilamiento, Agapito todavía recordaba el sabor de aquellos garbanzos fabulosos y los deseos que le pidió al garbanzo negro: "uno para mí y otro para mi amiguita"
miii miii miii mimimi
Besitos corazón. :P