viernes, 9 de octubre de 2009

¿Quién sabe dónde... está el Paco?

Quien esté libre de resaca: que se pase un Gelocatil

N. de la T. Cualquier hecho narrado a continuación es totalmente inventado e inverosímil. Les agradeceríamos que pasaran por alto cualquier coincidencia con la realidad puesto que habrá sido fruto de la más intempestiva de las casualidades. Asúmanla como un descuido de la que escribe y discúlpenmelo.
De este modo, los acontecimientos que leerán han sido remodelados así como los nombres y las características físicas y psicológicas de sus protagonistas; para preservar la intimidad personal e integridad moral que nos pertenecen a todos aunque en ocasiones se le olvide a La Belén Esteban adreítacómetelpollo.

Conocí al Paco en un bar en el que la gente, por regla general, está bastante receptiva a esto de las relaciones interpersonales. Un bar como los de toda la vida. Un sitio en el que la comunicación visual, imprescindible en todo acercamiento con fines ludicofestivos , da paso con suerte y varias copas a dos besos y una presentación. ‘Hola qué pasa, me llamo Genaro’, pues te la agarro con… Por supuesto que a este extremo de hipersociabilización ayuda el alcohol; que lo que es favorecer, favorece mogollón las relaciones y todo lo que se le ponga por delante.

Al Paco lo descubrí detrás de su frondoso flequillo en la entrada del garito al que entramos buscando unas cervezas. Allí se encontraba él, jipiando mayormente a las que salían y entraban, al lado de la puerta y de un chico con muy buena pinta, vestido con una chaqueta oscura y gafaspasta, que parecía por lo menos del término municipal de Las Rozas.

La pandilla que hizo acto de presencia en aquel lugar con beneficios para el propio ego era de lo más variopinta y poco discreta: cinéfilos superdotados, suecadores suecados, titiriteros y gentes de la farándula en general, los que a mi más me gustan. Con la estrategia que suele usarse when the night has come del ‘sindar’ –sin darnos cuenta- invadimos la barra entre risas y bromas; porque acabábamos de asistir a una velada maravillosa: vamos, que teníamos un subidón subidón de tres pares de narices en todo lo alto.

Queríamos darlo todo, nos invadía un halo de autocomplacencia que era así entre mutua y recíproca, una cosa muy absurda. Pensábamos ‘pero qué guays semos’, estas cosas que se piensan por la noche cuando vas animadillo. Nos encantábamos a nosotros mismos y podría decirse que estábamos sobrevolando a nado la cresta de la ola al tiempo que posábamos como la Obregón para las cámaras. De esas noches que dices: hoy es mi noche.

Si no se pone nadie malo y vomita; si logramos encontrar un sitio en el que continuar con el despiporre después de las tres de la mañana… Si no se cae nadie con todo el pedo en una zanja y se abre la cabeza. Sí, esas cosas que en Madrid y en cualquier ciudad de España, cada vez más y, aquí más, gracias a Gallardón y al Plan E, pasan a veces.

Entonces miro al Amigo del Paco –que entonces nadie sabía como se llamaban ni él ni su amigo, y pienso, ‘!Coño! qué mono. Tiene estilillo ése, el de la chaqueta oscura y las gafas de pasta’.

Al lado de él se encontraba el Paco, detrás de su flequillico, copa en mano, con visos de ser todo un moderno de pro, con los contras de todos los modernos. He de reconocer que también en su estilo pero menos atractivo visualmente, así en la corta distancia que nos separaba, que el amigo que parecía Roceño (¿?). Pero me dije, ‘pues también tiene su aquél el que está detrás del flequillo’.

Pues sí. Fugaz reojillo por mi parte y él que se encuentra de repente con mi inquieta mirada surcando el aire contaminado del populoso bar de moda. Al nanosegundo, chán, el Paco me estaba ofreciendo su mojito; Amigo estiloso hablaba con Amiguita, y todos estábamos tan encantados y parecíamos tan felices que aquello se parecía cada vez más a un anuncio del Audi A4. Muy grande y muy estiloso todo, como de ricos de toda la vida, nada de nuevos ricos que son muy ordinarios.

Entonces, sabedoras de nuestros encantos femeninos, que a poco que hayan bebido de eso se dan cuenta hasta los chicos más atontolinaos, Amiguita empezó a bromear y tontear con ellos como sólo ella sabe hacerlo. Entre inocente y punzante; divertida y estupenda. Mientras, ya al tema y cada una con el suyo –en esto Amiguita y yo no somos nada celosas y en función de la situación sabemos adaptarnos a las circunstancias con mucha prestancia- yo hablaba con el Paco y él me contaba un poco su vida; yo lo escuchaba y después ya le contaba un poco la mía.

Lo que viene siendo una conversación entre dos personas educadas en los valores de la empatía y el calor humano, pensé. Bendita ignorancia tan infravalorada injustamente con lo bien que se vive en la inopia y lo felices que son los tontos, con todos mis respetos hacia los tontos y su desconocimiento del medio.

Esto es importante así de primeras. Otra cosa muy distinta hubiera sido que solo hablara uno de los, que el Paco éste me contara su vida porque le encantara escucharse y que yo acabara aburridita como un piojo en la cabeza de Kojak. Pero no, me decía a mi misma, ‘¿es majete, no?, ¿parece que al menos se puede hablar con él?. Chachi.’ Sí, super chachi.

Pues nos cerraban el bar y el camarero insistía en decirnos que si no habíamos pillado a esas horas y a esas alturas, era ya un poco tarde y esos señores tendrían que ir cerrando y yéndose a sus respectivas casas; que a todo el mundo por muy ruin que sea le espera un felpudo contra el que frotar sus pies a la entrada del hogar.

Así que animados por los sabios consejos de las personas profesionales que se enfrentan cada noche a una barra poblada de despojos alcoholizados, aparecimos en otro lugar, cercano a éste y en la misma línea de garitos animados de las noches locas de los jueves de Madrid. Madredelamorhermoso.

Allí acabamos la pandilla farandulera y los dos agregados culturales: El Paco, que resultó ser un catalán flequillero renegador y El Davi, parisino tolerante y estiloso. Ambos con buen pelo, que esto hay que decirlo y reconocérselo. Los rigores de la edad no actúan del mismo modo en todos los organismos, las cabezas y mucho menos en los cueros cabelludos de hombres y mujeres.

En la próxima entrega, cambiamos de bar y seguro que habrá más cambios…
Intriga, intriga y dolor de barriga.


P.S. Gracias a los protagonistas de esta historia por inspirar estos hechos.

En esta instantánea nocturna, a medio camino entre posado robado y posado posado, podemos observar a Amiguita y a Amigo estiloso, en actitud de gustarse mucho a sí mismos. Luego es que pasó RainbonwBrite a lomos del Pequeño Pony y dejó todo el fondo perdido de purpurina...

9 comentarios:

nomesploraria dijo...

Yo no tengo flequillo ni gafas de pasta ni cuero cabelludo ni nada. Qué vida perra.

González dijo...

Pero a ti te han abducido Només, no seas abusón que lo quieres tener todo.
No se puede ser perfecto

Nootka dijo...

JAJAJA
QUE-BUENO!!
AHORA-MISMO-TE-MANDO-UNA-FOTO-DE-AQUELLA-NUIT-PARA-ILUSTRAR-
MADRID-LA-NUIT

bisous-amiguita

jarta dijo...

Vaya, se acabó la entrega y me quedé in albis.
Ni paco, ni flequillo ni ná.
Espero el próximo episodio.

González dijo...

No se me pongan nerviosos, parroquianos.
Nootka, esa foto ya: pásatelaaaaa quillaaaa!!! tendremos que ponerle la banda esta en los ojos para que no se le reconozca, debería haberle cambiado el nombre, no? ;) Paaaaaco!!!!

Antídoto, tranquila ya ya estamos elaborando el segundo y último capítulo de la entrega.. no se trata de dejarles con el corazón en un puño que eso sienta muy mal

Anónimo dijo...

¿para cuándo esa segunda parte???
Que no sueles dejar historias a la mitad y a los que ya estamos enganchados a leerte no nos hace falta para atraparnos

Fdo, un anónimo que no siempre tiene puesto el felpudo en la puerta de casa, jajaja

González dijo...

Anónimo! ahí estamos con la segunda y última entrega, que os dan un poco de carnaza y os volvéis como locos..
jajaja

Anónimo dijo...

Nada, y para aumentar la expectación de la segunda entrega en vez de publicarla directamente introduces nuevas historias de capítulos pacenses.
jajaja

González dijo...

Anónimo! ya está..
Oigan, que ya está en sus quioscos la segunda entrega de Dónde está el Paco, a ver si me entran que he estado todo el puente ahí escribiendo como una loca...
vamos