jueves, 16 de octubre de 2008

Va por ustedes

Miren.
No todos los días tiene una la suerte de salir a dar un paseo, y acabar en otro país. Tampoco todos los días tiene uno la suerte de encontrarse por una temporada en el nido, el Hogar -con mayúscula- y poder disfrutar de esta singular experiencia.

No todos los días puede uno andar como si no existiera un horizonte, hasta que los pies piden a gritos un descanso. Asi que, esta mañana me he dado un particular homenaje en forma de largo paseo. No me dirán que los caprichos de esta terapeuta no son terrenales. Ya ven. Tan complicados somos para unas cosas y tan sencillos para muchas otras.

Este humilde capricho que me he dado, ha sido tan largo que, cuando he caido en la cuenta casi estaba aproximándome a Portugal. Flipen. Porque estoy en Badajoz, y aquí las distancias no son como en Madrid. Por supuesto que tampoco la polución es la misma, ni los rayos del sol calientan de la misma manera. Esto es que estamos en territorio fronterizo, y se nos nota.

He salido decidida, vestida con esta indumentaria deportiva que nos hace parecer atletas de segunda, pero sin pretensiones ni grandes objetivos. He disfrutado de la vista mañanera del Puente Real sobre el río Guadiana. Y de los ojos recién levantados del resto de puentes que atraviesan al río en su paso por esta ciudad. Será por puentes: cuatro, tenemos. Y aquí es donde me pongo sentimental y les explico: el puente de la Universidad, puente viejo, el de la carretera de Cáceres, y, el último, este último.

Andando andando, con los cascos y la indumentaria apropiada, casi he llegado a la frontera. Allí, una pareja un poco con pinta de atracadores me ha preguntado si sabía dónde estaba el Banco Santander. Digo, todo recto, como diciendo, allá que van. Pero no estaba segura de la indicación, ni claro, de que estas personas fueran a ser atracadores, que ya habría sido mala suerte.

Y he llegado cansada, pero contenta. Con esa felicidad que da el deporte sin riesgos, que andar es sanísimo, y bajo mi punto de vista -esto es una idea profunda que tengo desde niña- correr es de cobardes. Pero, olé a todos los que pueden hacerlo másde quince minutos sin echar el higadillo por la boca. Para ellos, y, por supuesto, para el Puente Real y para Badajó, va mi entrada de hoy.

7 comentarios:

Nootka dijo...

¿Pinta de atracadores? ahora tendrás que pedirles tu parte del botín.
cómo vives, hija, dando paseitos y yo aquí tol día pensando como sacarnos de la pobreza.

Anónimo dijo...

¡Hala! Con dos ovarios.
¡Qué bonito te ha quedado el post!
Se nota que estás en casa... jejeje.
La foto muy chula.
Ojalá pudiésemos disfrutar de paseos así todos los días, y ojalá pudiésemos narrarlos como tú lo has hecho. Chica, me quito el sombrero.
¡Besazo!

Mr Tambourine Man dijo...

Me encanta la cotidianeidad de la que nos hablas en tus últimos posts. Hay humor (creo que ese es tu tono), distancia y reflexiones personales. ¿Hay algo mejor? Para mí no. Más.
C.

Silvia dijo...

A mi también me encanta andar. Siempre prefiero andar con alguien, por si viene algún atracador... y andar por la naturaleza, que me es mas difícil cansarme rodeada de árboles y de aire puro. Si tengo que decir un sitio en concreto, diría Asturias (como no), me recorrería Asturias entera andando.
Bss

González dijo...

Qué gusto de lectores..!
Gracias a todos.
Celebro que sigan paseándose por estos lares, mientras nosotros seguimos esperando que nos llamen del inem.
Ah! y recuerdos para la maravillosa Asturias, y la mágica Andalucía y el intenso Madrid (esto de: 'aprovecho para saludar..')

Besos para todos!

Falete dijo...

Hace un año estuve en Mérida, la primera vez que me adentraba en un enclave extremeño... simplemente flipé con los parecidos de la gente de allí con los sevillanos, pero también con las diferencias, en tan pocos kilómetros. para que me vayas conociendo: mi hobby principal es conocer la intrahistoria en aquellos sitios que en mi tierra son cotidianos pero que en otras me son totalmente desconocidos (una charla de bar, la forma de atenderte en una gasolinera, el lenguaje de un cobrador de peaje en Pais Vasco o Cataluña...) lo que para algunos es normal, uno acaba apreciándolo de otra manera, ¿no es fantástico?
bsss

González dijo...

Sí lo es, Falete, sí lo es. Coincido contigo en el placer de 'descubrir el alma de las ciudades y pueblos de España', algo que casi nunca coincide con lo que exponen los museos.. ¡Coño, parecemos sacados de la guía Lonely Planet! jajaja

Besos!